XVIII Premio EDEBÉ de
Literatura Infantil y Juvenil
XVIII Premio EDEBÉ de
Literatura Infantil
XVIII Premio EDEBÉ de
Literatura Juvenil
XVIII Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil
Rodrigo Muñoz Avia y Maite Carranza, ganadores de la XVIII Edición del Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil
Rodrigo Muñoz Avia (Madrid, 1967), con Mi hermano el genio, y Maite Carranza (Barcelona, 1958), con Palabras envenenadas, son respectivamente los ganadores de la XVIII edición del Premio EDEBÉ de Literatura Infantil y Juvenil.
Las dos obras premiadas enlazan directamente con la realidad, a veces muy dura, de los niños y los jóvenes.
La idea de que “El mundo se divide en dos tipos de personas: los genios y los demás” es el principio de la historia de Muñoz Avia, ganadora de la categoría de novela Infantil. La niña protagonista, cuya pasión es el fútbol, no rivaliza con los fuera de serie, los excelsos, como su hermano, un virtuoso pianista. Ella intenta que suenen las cuerdas del violín que le han impuesto sus padres, ambos músicos, pero su ilusión son los partidos con su equipo. Su tenacidad y empeño abrirán los ojos de su familia y cambiarán la suerte de su genial hermano.
Maite Carranza, por su parte, ganadora de la categoría de novela Juvenil, hacía tiempo que deseaba escribir una historia sobre el maltrato de género. Quería hablar de las mentiras, los secretos, los engaños y las falsas apariencias en nuestra sociedad. Palabras envenenadas es un relato sobrecogedor y una denuncia valiente sobre los abusos sexuales infantiles. Las devastadoras consecuencias y su frecuente invisibilidad no pueden quedar en la impunidad. Una trepidante novela de intriga con una enorme fuerza sobre una realidad devastadora.
XVIII Premio Edebé Infantil y Juvenil
Año tras año, la reputación del Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil se ha consolidado hasta llegar a su decimoctava edición. El Premio Edebé se ha convertido en referencia obligada entre los autores, tanto por la calidad literaria de las obras como por el prestigio de los escritores y escritoras premiados en ediciones anteriores. La relación la encabezan Carlos Ruiz Zafón y Gabriel Janer Manila, seguidos de nombres tan significativos en el panorama de las letras de todo el Estado como Jordi Sierra i Fabra, César Mallorquí, Agustín Fernández Paz, Elia Barceló o Fina Casalderrey.
En la XVIII edición del Premio EDEBÉ, con una dotación económica total de 55.000 euros (30.000 euros para la obra juvenil y 25.000 euros para la obra infantil), han participado un total de 260 originales, 157 en la modalidad Infantil y 103 en la Juvenil. De estos originales, 57 son en catalán, 180 en castellano, 8 en euskera y 15 en gallego. Uno de los indicadores también significativos ha sido la gran entrada de novelas en castellano procedentes tanto de Estados Unidos como de diversos países de Latinoamérica: Argentina, mayoritariamente, pero también Colombia y México, y en menor medida, Ecuador, Cuba, Bolivia, Costa Rica y El Salvador.
Las dos obras ganadoras serán editadas en las cuatro lenguas oficiales del Estado: catalán, castellano, euskera y gallego, y, gracias a un acuerdo con la ONCE, en braille. Las novelas estarán en las librerías a partir del mes de marzo.
Fueron ganadores de la edición anterior Marta Gené Camps, con Sopa de cola de lagartija, y Jordi Cervera, con Muerte a seis veinticinco.
Entrevistas con los ganadores del XVIII Premio Edebé
La editorial Edebé ha celebrado la XVIII edición de sus premios de Literatura Infantil y Juvenil, correspondiente al año 2010. El escritor Rodrigo Muñoz Avia ha sido galardonado con el Premio Edebé de Literatura Infantil con la obra “Mi hermano el genio”, sobre las perspectivas que los padres tienen sobre sus hijos.
Por su parte, la escritora Maite Carranza ha conseguido el Premio Edebé de Literatura Juvenil con la obra “Palabras envenenadas”, sobre un tema tan duro como los abusos sexuales infantiles.
Rodrigo Muñoz Avia gana el Premio Edebé de Literatura Infantil 2010
El escritor Rodrigo Muñoz Avia ha sido galardonado con el Premio Edebé de Literatura Infantil, en su edición XVIII, por la novela “Mi hermano el genio”. En ella narra cómo Lola, una niña de diez años, lucha por salvaguardar su identidad.
La pasión de Lola es el fútbol, pero sus padres insisten en que asista a clases de violín, para que siga los pasos de su hermano, un virtuoso del piano.
La novela trata de esta niña, de 10 años, que reivindica su personalidad, sus gustos y deseos frente a su familia. Hija de músicos y hermana de un niño que es un genio tocando el piano, todos esperan de ella que se dedique a la música, pero en realidad su sueño es jugar al fútbol. En la novela se narra el choque de esos dos mundos: la familia, las convenciones sociales, y los sueños y anhelos de la niña. Ella se reivindica como individuo, no quiere ser “la hermana del niño que es un virtuoso del piano”.
¿Cree que a menudo las expectativas de los padres respecto a los hijos les impiden crecer con felicidad y libertad?
Totalmente. Ese es el gran tema de esta novela. Creo que en la educación de los niños hay que facilitarles opciones, abrirles puertas, pero no dirigirles ni encarrilarles. Tienen que hacer su vida. El objetivo de los padres debe ser formar personas, no encarrilarlas ni llevarlas a un exceso de especialización y de competitividad, que es un rasgo del mundo adulto, no del mundo infantil.
En su novela “Los perfectos”, premio Edebé de literatura infantil 2007, trataba el tema de una familia considerada perfecta y cómo la percibía uno de los hijos. En “Mi hermano el genio” también se habla de las exigencias familiares. En una de las películas de su hermano Nicolás Muñoz cuyo guión ha firmado usted, «Animales de compañía», los protagonistas son una familia supuestamente perfecta con muchos temas pendientes escondidos. ¿A qué se debe este tema recurrente?
No soy muy consciente de ello a la hora de escribir, pero sí que es un tema que aparece muchas veces en mis obras. Quizás es algo que me obsesiona o me inquieta. La crítica de los modelos sociales falsos, impostados, que, conscientemente o inconscientemente, vamos aceptando, y ante los que los niños se rebelan.
¿Cree que ha influido el hecho de que sus padres, los pintores Lucio Muñoz y Amalia Avia sean dos artistas de reconocido prestigio, con obra expuesta en los principales museos del mundo? ¿Ha vivido el ambiente artístico de su familia, en alguna ocasión, como una coraza que le ahogaba?
Quizás sí ha influido en mi manera de ver la vida, en mí y en mis tres hermanos. La suerte es que no lo he vivido como conflicto, porque mis padres nunca han tratado de dirigir mi camino desde niño. Pero sí es cierto que el crecer en un ambiente artístico te aporta cierta manera de mirar las cosas, tener fe en tus posibilidades, a pesar de que el mundo del arte, de la literatura, no es un sector considerado práctico a nivel laboral. Pero al crecer con un modelo como el de mis padres sabes que con fe y con trabajo acabas consiguiendo muchas cosas.
¿Hasta qué punto su obra está influenciada por haber crecido en ese terreno tan abonado para el arte y la creatividad?
Principalmente en la manera de enfocar la vida. En las comidas familiares siempre se hablaba de arte, de literatura. Mis padres siempre buscaban la belleza, la chispa, la inteligencia, y eso lo vas mamando y te marca en tu manera de mirar las cosas. Y además de la admiración hacia ambos, como artistas de enorme reconocimiento, tienes la sensación de tener un modelo que te deja el listón muy alto, un poco inalcanzable, y esto también tiene un peso específico.
Ha escrito guiones para películas y para televisión, ha escrito libros sobre los escritos dejados por su padre, es crítico de arte, filósofo de formación. ¿Se apoyan mutuamente todas estas facetas creativas?
Me acerco de manera muy diferente a cada una de ellas. Y hacer literatura infantil es un desafío maravilloso, un ejercicio sanísimo, porque te obliga a la claridad.
¿Es más difícil escribir una novela para niños que para adultos?
La novela para niños es muy exigente, no porque sea más difícil ya que el conflicto que se plantea quizá es más sencillo. Pero la dificultad está en que hay que ser muy claro. En la novela infantil no valen las trampas. En la literatura para adultos puedes jugar con el tono, el ritmo, pero con los niños hay que tener muy claro lo que quieres contar. Por ejemplo, en “Mi hermano el genio” es muy importante la relación de amor-odio que tiene Lola con su hermano, al que admira pero con el que también rivaliza. Cuando vi claro a los dos personajes y su relación, ya vi con claridad lo que quería contar.
¿Se exige más a sí mismo escribiendo para niños?
Escribir para niños me recuerda mucho a la escritura de guiones: siempre tener presente al espectador. Todo debe estar lo más limpio y claro posible, y lo que sobra va fuera. Los niños leen con sinceridad, y si algo no funciona o fuerzas un final ellos lo captan y lo critican. Por eso al escribir una novela infantil me impongo el mismo nivel de exigencia que en otras obras. De hecho, hay que recordar que la literatura infantil son libros que no excluyen a nadie: los pueden leer mayores y niños. Y hay que ofrecer la mejor calidad.
Más información:
Concierto John Cage 4’33»
«Animales de compañía»
Joshua Bell en el metro
Maite Carranza gana el Premio Edebé de Literatura Juvenil 2010
La escritora Maite Carranza ha sido galardonada con el Premio Edebé de Literatura Juvenil, en su edición XVIII. Su novela “Palabras envenenadas” es la crónica de un día trepidante protagonizado por tres personas próximas a Bárbara Molina, desaparecida con violencia y misteriosamente cuando tenía 15 años.
¿Cómo se le ocurrió escribir sobre el tema de los abusos sexuales infantiles?
Hacía mucho tiempo que deseaba hablar en una novela sobre el maltrato de hombres hacia mujeres. Las noticias estremecedoras de los últimos tiempos sobre niñas que durante años sufrían los abusos de personas cercanas me llevó al tema de los abusos sexuales a la infancia, que va muy vinculado al maltrato, a la dominación de un hombre hacia una mujer. Informarme de casos reales me ha dado la fuerza para escribir una obra muy dramática, porque este tema no se puede explicar de manera suave.
Un inspector de policía, una madre desesperada, una chica que traiciona a su mejor amiga… Parece una novela de misterio, pero en realidad es una crónica sobre la hipocresía, la mentira y el horror del abuso infantil.
He explicado una historia extrema, pero también muy cierta, porque está inspirada en experiencias reales, y próxima, porque hay muchos más casos de lo que creemos. Una niña desaparecida, a la que dan por muerta, y cuyo caso abre las puertas a la violencia que se ejerce en el círculo más íntimo de la víctima, con hombres que ejercen la violencia y el abuso de poder, y que se consideran poseedores de las llaves de la vida de otra persona. Ante estos hechos hay muchas justificaciones, cortinas de humo, se mira hacia otro lado, se da más credibilidad al agresor… inercias que se tienen que romper.
No parece un argumento para una novela para jóvenes.
Creo que es muy importante que los jóvenes lo lean. Me he esforzado para que lo puedan leer y no hay escenas que puedan herir la sensibilidad. He pasado por encima del detalle de la agresión, pero se entiende muy bien por las consecuencias que sufre la víctima. Me gustaría que los jóvenes leyeran esta obra para que sirviera de denuncia y de reflexión, y para que tuviera una función pedagógica y de servicio, por si alguien se encuentra en una situación parecida. Los casos que salen en las noticias son los más extremos, pero a menudo los abusos significan dominación psicológica, humillaciones y maltrato psicológico, que dejan traumas muy importantes.
¿Entenderán bien los lectores jóvenes esta denuncia?
A menudo las novelas de literatura infantil y juvenil vinculan la historia que explican a una especie de moralina, a una pedagogía activa que estropea la historia en sí. Yo creo que se ha de tener en cuenta la edad del lector, para que comprenda bien lo que se está escribiendo, pero únicamente porque hay cosas que por su edad, por su estado de madurez, no puede comprender bien. Pero eso no ha de ir en detrimento de la calidad. En el caso de “Palabras envenenadas”, por ejemplo, se considera que es para mayores de 15 años, porque hay determinadas actuaciones de personajes, determinadas situaciones, que un lector más joven no entendería.
¿Cree que el abuso infantil es un tabú todavía demasiado fuerte y que debería levantarse la voz para ayudar realmente a los niños que lo han sufrido?
Espero que el libro contribuya a levantar la voz sobre este problema y a hacerlo visible. Tiene que ocurrir como con el maltrato a las mujeres: hace 30 años no había la concienciación que hay ahora, se escondía con la cortina de humo de la hipocresía. Ahora hay actuaciones, denuncias, programas de prevención, planificación. Espero que con los abusos sexuales a los niños pase lo mismo, y haya más difusión de un problema muy real y más próximo de lo que parece: se calcula que lo han sufrido, cuando eran niños, un 20% de la sociedad occidental.
Es la primera vez que trata este tema en sus novelas, aunque su obra siempre se ha caracterizado por tratar temáticas muy próximas a la vida cotidiana y real de los chicos y chicas. ¿Se ha documentado especialmente, con información científica y actualidad social, para escribir “Palabras envenedadas”?
Me he documentado mucho, he leído muchos libros, he aprendido mucho de organizaciones como la fundación Vicki Bernadet. Normalmente las víctimas de sienten culpables y se convierten en invisibles. Hay libros que me han desmontado muchos mitos, y que muestran cómo, hasta hace muy pocos años, a los niños se les ha utilizado, vendido y comprado, maltratado y enviado a trabajar. Pero, eso sí, cuando me documento, intento impregnarme del tema, coger las ideas mejores, y luego olvidarme, porque la ficción es algo diferente al documental.
Tiene una larga trayectoria en la literatura infantil y juvenil, con numerosas obras, premios, éxito de crítica y lectores. ¿Cree que la literatura para los más jóvenes está bien considerada, o todavía se la ve como la hermana pequeña de la literatura de adultos?
Ha habido un cambio muy importante gracias a un fenómeno que ha llegado de fuera, el best-seller. El mercado se ha dado cuenta de que los jóvenes también compran libros, los regalan, participan en foros de lectura, responden a las campañas de marketing. Al convertirse en consumidores se han convertido en lectores visibles. Los grandes fenómenos como “Harry Potter” han cambiado la dinámica, y ahora pasan cosas impensables hace10 años, como que una librería tenga mesas dedicadas a novedades de fantasía. J.K.Rowling, Cornelia Funke, Stephanie Meyer, y aquí autores como Laura Gallego han demostrado que hay lectores ávidos de consumir los nuevos títulos.
Su obra más emblemática y que más éxito ha tenido es la trilogía fantástica “La guerra de las brujas”, formada por “El clan de la loba”, “El desierto de hielo” y “La maldición de Odi”, ha sido traducida a más de 22 idiomas y muy bien acogida por la crítica y los lectores. ¿Esperaba esta respuesta?
Rotundamente, no. Un éxito así en una trilogía fantástica dedicada al público joven era impensable hace 20 años. Pero ahora este panorama ha cambiado totalmente y los lectores acogen estas obras con entusiasmo.
¿Alternar la literatura con la escritura de guiones para televisión y cine y con la docencia es fácil?
Escribir libros, guiones, dar clases, son cosas diferentes que voy alternando porque si no te estancas. El guion es más emocionante, excitante, mas intenso, y es una aventura colectiva. Pero acabas agotado y con ganas de volver a la soledad de la literatura. La docencia me permite reflexionar sobre la fase creativa. A cada una de estas facetas me aproximo de manera diferente, pero son vasos comunicantes, se aprovechan las sinergias y una cosa se nutre de la otra.
Más información:
Día Mundial para la prevención del abuso infantil
Información científica
Convención sobre los derechos del niño